Disciplina

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Disciplina

¿Qué es la disciplina?

Es la voluntad de iniciar y terminar un propósito para mi crecimiento personal y espiritual. Es la voluntad de desarrollar y llevar a cabo un proyecto espiritual de vida. La disciplina tiene un fundamento espiritual, que es sentirme un ser valioso para el universo. Debo reconocerme como Hijo de un Dios Creador lleno de amor. Es seguir la regla de oro: Es mi voluntad hacer la voluntad del Padre. Hacer la voluntad del Padre significa: trabajar las leyes amorosas para que Él proponga en mi vida, que Él guie mi vida y que Él cuide mi vida.


Ser disciplinado es trabajar en cuatro aspectos:

Disciplina en el plano físico: es aprender a alimentarme correctamente, a mantener mi cuerpo bello, armónico, saludable y equilibrado.

Disciplina en el plano mental: es aprender a reconocer que necesito guía espiritual. La guía está instalada en mi corazón; se manifiesta como intuición. Es el Espíritu de la Verdad. Es aprender a no enjuiciar, a no manipular, a no mentir.

Disciplina en el plano emocional: es aprender a controlar mis sentimientos y no dejarme llevar por arrebatos, ni berrinches sentimentales. Es aprender a controlar mi ira, mi depresión, mi resentimiento, mi miedo...

Disciplina en el plano espiritual: es aprender a confiar en el Padre-Amor.


La disciplina requiere periodos de introspección donde de forma responsable, honesta, humilde y equilibrada reconozco mi lado obscuro, mi parte más primitiva…, nunca para sentirme culpable, pecador o indigno del amor del Padre; siempre para corregir trabajando las leyes amorosas, para pulir y hacer brillar mi verdadero ser espiritual. La introspección me permite trazar un plan de trabajo, programar actividades, que acciones realizar, cuando, como y con quien, ¡y poner manos a la obra!


Por lo general, el ser humano esconde su lado obscuro porque cuesta trabajo reconocerlo, y si lo reconoce se niega a trabajarlo. Sin embargo, ese lado obscuro, mientras no se reconozca y se trabaje con voluntad, siempre se manifestará en diferentes medidas según las circunstancias, a pesar de las apariencias y todo el esfuerzo que se haga por ocultarlo. Lo peor es que si no se trabaja correctamente, ese lado obscuro puede ir creciendo… así, el mentiroso se vuelve cada vez, más mentiroso… ¿Cómo sanará un envidioso su envidia si no primero lo reconoce? ¿Cómo sanará un mentiroso su mentira si no primero reconoce que es mentiroso? Mis desarmonías nunca serán sanadas si las reprimo, más bien debo transmutarlas trabajando con disciplina la ley amorosa correspondiente. Por ejemplo, si reconozco que tengo resentimiento trabajo mi perdón; si reconozco que hay soberbia en mi corazón, trabajo mi humildad; si he robado o mentido, trabajo mi honestidad…

 

Es muy importante comprender que la ley amorosa de la disciplina se acepta por voluntad, nunca por imposición. No tiene ninguna relación con las normas y los reglamentos que se establecen en la familia, en las escuelas, en todas las organizaciones y en la sociedad. Estas son necesarias y obligatorias para mantener orden y respeto en la convivencia diaria.


¿Por qué es importante?

Porque me permite cumplir metas y objetivos.

Porque me permite aumentar mi autoestima.

Porque me da capacidad para crecer ordenadamente.

Porque me permite ser un ejemplo para los demás.

Porque me permite llegar a la realización espiritual.

Porque reconozco que es la base de todo lo creado. Sin ella no se mantendría el orden en el universo.

Porque sin disciplina no se logra nada; mi vida se vuelve un caos. Sin disciplina mi vida se convierte en una experiencia frustrante por la falta de logros que llenen mi vida de alegría.

La disciplina no significa ser rígido. Va de la mano con la flexibilidad.

Porque mi voluntad es puesta a prueba.